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Monasterios de Aragón

Viejos secretos y leyendas, santos preceptos enclavados en peñas y parajes paradisíacos.

Historia, arte y paisaje, paz y misterio. Los monasterios aragoneses abren sus puertas al viajero que desea descubrir el espíritu de esta tierra.

Algunos habitados, otros vacíos, todos guardan entre sus muros el fresco recuerdo de tiempos donde orar y trabajar iban de la mano. Los cistercienses se ubicaron en parajes que evocaban soledad, entre valles con agua ideales para la agricultura y cerca de bosques en los que obtener madera y caza.

Monasterio de San Pedro de Siresa

Monasterio de San Victorián

Muy cerca del Pueyo de Aragüas cuentan que San Victorián construyó este monasterio. Este Monumento Nacional es uno de los conventos más antiguos de España y casi todo lo que queda en pie data de los siglos XVI y XVIII.

Monasterio de San Martín de Oliván

En la orilla izquierda del río Gállego, a los pies del sobrepuerto donde los pastores todavía llevan a las vacas para que pasten, encontramos el monasterio con planta de una nave trapezoidal rematada en ábside de tambor con bóveda de cuarto de esfera.

En el siglo XVI, decidieron ampliarla y demolieron el muro sur original para añadir una segunda nave de cabecera plana. Su decoración es típica de la zona y, por delante del ábside, está el cementerio pegado al muro.

Monasterio de San Adrián Sasave

Construido a finales del siglo XI, en otro tiempo fue un importante centro monástico y sede episcopal de Aragón.

De estilo lombardo-jaqués, enterrado en parte por los efectos de los barrancos vecinos, hoy es una preciosa ermita.

Monasterio de San Juan de la Peña

Testigo del nacimiento del reino de Aragón y del paso del Santo Grial, el Monasterio Viejo está bajo una imponente roca. Lo fundaron los benedictinos en el siglo IX. Tiene dos plantas. En la inferior, hay una iglesia mozárabe que conserva frescos románicos. En la superior, se hallan el panteón de los nobles y la iglesia alta. Ahí está el panteón real en el que fueron enterrados los reyes de Aragón y Navarra durante quinientos años.

Los daños de incendios y heladas obligaron a construir el Monasterio Nuevo al lado, con barrocas y recargadas portadas.

Monasterio de San Pedro de Lasieso

Habitado por canónigos regulares de San Agustín, entre 1070 y 1080 nace este monasterio. Edificio de dos naves, funciona como iglesia en la actualidad.

Monasterio de Santa Maria de Obarra

Se funda a mediados del siglo IX, perteneció a la Orden Benedictina y se convierte pronto en importante centro espiritual de la Ribagorza.

Un conjunto excepcional a la sombra del Turbón, donde el antiguo cenobio y palacio abacial luchan por mantenerse en pie, la iglesia de Santa María, de estilo románico lombardo muy primitivo, tiene planta basilical de tres naves. A su vera, la ermita de San Pablo, dispuestas siempre a recibir peregrinos.

Monasterio de Santa María y San Pedro de Alaón

Fundado en época visigoda y reformado en el siglo XI, es el más oriental de los monasterio aragoneses. Está entre Arén y Pont de Suert, en Sopeira. Su comunidad, la de San Benito, llegó a poseer un extenso patrimonio.

Es una construcción románica muy austera de tres naves rematadas en ábsides circulares con arquillos ciegos y ajedrezado jaqués.

Monasterio de San úrbez de Serrablo

Levantado en Nocito en el siglo VII, a finales del XI pasó a ser priorato de San Pedro el Viejo de Huesca y adoptó la regla benedictina.

Colegiata de Santa María de Alquézar

Aupada por los acantilados que se levantan sobre el río Vero y junto a el emplezamiento de un antiguo castillo, dominan el conjunto medieval de calles estrechas y empedradas de Alquézar.

De origen islámico, sus muros encierran una rica historia. Fue Canónigos agustinos y del siglo XI quedan algunos tramos de muralla, el torreón más elevado y el claustro del siglo XIV.

El actual templo es una construcción del siglo XVI compuesta de una nave y ábside poligonal, con bóvedas de crucería estrellada. De enorme belleza es su Museo de Arte Sacro con piezas que van del siglo XII al XV.

Monasterio de San Pedro el Viejo

Fue templo romano, visigodo, mozárabe y románico. Tras la conquista de Huesca, se convierte en monasterio benedictino. En 1117, se inician importantes reformas que dan lugar al edificio que nos ha llegado.

Una iglesia de tres naves, un crucero y ábsides de tambor. Impresionantes los restos de pinturas del siglo XIII y la sillería gótica del coro. Su bello claustro alberga los sepulcros, entre otros de los reyes aragoneses Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje.

Monasterio de Nuestra Señora del Pueyo

La tradición cuenta que la Virgen se apareció a un humilde pastor muy cerca de Barbastro. Hoy encontramos sobre un monte solitario, un santuario-monasterio con preciosas vistas al Somontano y al Pirineo.

Monasterio de Veruela

Es el primer monasterio cisterciense de Aragón. Al cobijo del Moncayo, su llegada enriqueció la zona con nuevos valores espirituales y culturales así como económicos y políticos.

Una muralla de un kilómetro nos recibe que, tras franquearla, encontramos un paseo con árboles que desemboca en la puerta de la iglesia sobria pero de proporciones catedralicias que tardó 250 años en ser construída. El claustro gótico levantino, con capiteles decorados con plantas. En medio, el lavabo, un templete en el que los monjes se lavaban antes de cada comida. A este jardín de piedra dan el resto de las dependencias. La sala capitular, el refectorio, o el salón, cada habitación nos muestra cómo era la vida de los cistercienses.

Se convirtió en un lugar romántico, destino de verano y lugar perfecto para curar los males con el aire del Moncayo. A finales de 1863, llegó Gustavo Adolfo Bécquer con su hermano y fue allí donde encontró la inspiración para escribir las Cartas desde mi celda.

Monasterio de Sigena

Fundado por Doña Sancha, esposa de Alfonso II, y en el que ingresó al quedar viuda, el monasterio terminó convirtiéndose en panteón real y siendo uno de los archivos más importantes del reino.

De estilo románico-gótico, se edificó entre los siglos XII y XII para acoger a las señoras nobles del reino. Incendiado durante la guerra civil, es un claro superviviente y todavía nos muestra su impresionante puerta románica con sus trece arcadas de medio punto. Desde el exterior puede apreciarse la grandiosidad del templo.

Hoy la familia del monasterio la componen cincuenta Hermanas de Belén que oran, leen y trabajan veinte horas al día en soledad y silencio. Sigena, en medio de los Monegros es una fuente de vida.

Cartuja de Aula Dei

A un paso de Zaragoza capital, habitan monjes que conviven con la obra de Goya en la Cartuja de Santa María de Aula Dei.

Fundada en 1564 por don Hernando de Aragón, la iglesia es del gótico tardío, de planta de cruz latina con bóveda de crucería estrellada. Destacan las cerámicas que cubren el crucero y el ábside, la sillería del coro y la deslumbrante portada barroca además de las pinturas murales que Goya realizó en su juventud.

Todas las dependencias están protegidas por una muralla de ladrillo. Hay hospedería, un edificio de planta baja sobre bodega. La iglesia está flanqueada por un par de claustros de paso hacia el refectorio, la sacristía, la biblioteca y las capillas. Detrás están las distintas celdas en las que los cartujos pasan la mayor parte de su vida.

Monasterio de Nuestra Señora de Rueda

Es uno de los tres monasterios cistercienses de Aragón. La orilla del Ebro fue el lugar perfecto para ubicar el cenobio en al año 1202 apartado de todo pero dominando un amplio y rico territorio.

La planta es muy similar al de Veruela y Piedra con un claustro envidiable y un bonito templo gótico. De distintos estilos y épocas, los edificios más antiguos como el refectorio, calefactorio, cocina y dependencias del noviciado son del siglo XIII.

Se restauró y en la actualidad es un lugar increíblemente acogedor.

Monasterio de Piedra

Los cistercienses que lo fundaron quedaron impactados cuando en medio de un paisaje árido, apareció ante ellos un oasis de frescor, abundante vegetación y aguas vivas. A 15 Km. de Calatayud, en Nuévalos, está situado el Monasterio y el Parque.

El corazón es el claustro y a su alrededor se abren las distintas dependencias. La Sala Capitular, lo que queda de la iglesia y la cripta con las tumbas de algunos abades. También permanece la cocina donde se elaboró el primer chocolate de Europa en 1535, el refectorio, el lavatorio y las antiguas bodegas donde hoy se ubica el Museo del Vino de la Denominación de Origen de Calatayud.

Monasterio de Santa María del Olivar

Tirso de Molina se refugió en él. En seis meses escribió media docena de comedias. Situado en el recogido Valle del Olivar, entre pinos y rocas, al lado de Estercuel, el monasterio tuvo setenta frailes de la Orden de la Merced.

La iglesia, de una sola nave con dos capillas a cada lado, se construyó entre el siglo XII y el siglo XVII por lo que conviven elementos de estilo mudéjar, gótico aragonés y renacentista. El convento primitivo data del siglo XIV pero el actual se construyó trescientos años después. De planta cuadrada, con dos claustros, está pegado a la iglesia.

Monasterio de Sabta Maria de Iguacel

Joya románica levantada en 1072 por orden del conde Sancho Galindo y su mujer Urraca. La donaron a San Juan de la Peña y estuvo en su poder hasta 1203.

Con nave rectangular cubierta de madera, tres puertas de arco de medio punto y ábside semicircular, fue monasterio femenino.

Monasterio de Casbas

Monasterio cisterciense que se fundó gracias al empeño de la condesa de Pallars en 1172. Este Monumento Nacional con estructura medieval, iglesia románica de una nave, crucero y tres ábsides y el claustro esculpido sobre arcos apuntado y lobulados, es toda una maravilla que no hay que dejar de visitar.