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Ribera Baja Del Ebro

Avenida de la Constitución, 1650770 . - Quinto (Zaragoza)




Información de la Comarca de Ribera Baja Del Ebro

Es ésta una comarca marcada por el Ebro incluso en el nombre. El río la atraviesa como su arteria principal y en los municipios que a su vera se establecen todavía quedan, algunas en ruinas, otras mejor conservadas, numerosas obras hidráulicas que aprovecharon este cauce y que son el testimonio de una vida volcada hacia el río que quedó atrás. Los abundantes restos de norias dispersos por las poblaciones de la comarca son una de sus señas de identidad y configuran un patrimonio único en Europa. El Ebro establece en este territorio un peculiar diálogo con Los Monegros. La conjunción de ambos origina un paisaje de fuerte contraste entre el frondoso valle del río y su entorno inmediato, las dilatadas estepas monegrinas. En la vertiente derecha, quedan Quinto, La Zaida, Cinco Olivas, Sástago y Escatrón. Los otros cinco municipios de la comarca, se distribuyen al otro lado del río: Pina de Ebro, Gelsa, Velilla de Ebro, Alforque y Alborge.

En esta comarca el Ebro dibuja cerrados meandros en un paisaje estepario

El Ebro hace su recorrido hasta Velilla rodeado de frondosidad y de llanuras cultivadas, si bien su cauce se ha estrechado respecto al tramo que discurre por el entorno de Zaragoza. En este trayecto se topa primero con Pina de Ebro, una localidad en la que destacan el convento de San Salvador, la torre de Santa María, y la fachada del Ayuntamiento, de marcado sabor aragonés. Seguidamente, queda Quinto, cabecera de la comarca y pueblo que tuvo que revivir tras la Guerra Civil ya que los bombardeos lo dañaron seriamente. Su iglesia mudéjar es su orgullo, con una torre del mismo estilo arquitectónico, conocida popularmente como “piquete”. En Gelsa, villa que debe su fundación a los árabes, todavía se mantiene intacta, junto a la nueva central hidroeléctrica, la estructura de tres norias en paralelo que quizá fueron las mayores que hubo en el Ebro. Velilla de Ebro, por su parte, se extiende sobre el terreno amesetado de esta zona y destaca por su yacimiento romano: la antigua ciudad de Celsa, una de las colonias romanas más importantes del valle del Ebro. Un museo, levantado en las proximidades de las ruinas, muestra las piezas que han salido a la luz en las excavaciones. De todos los descubrimientos del yacimiento, quizás el más llamativo es la “casa de los Delfines”, con mosaicos marinos en sus pavimentos. Famosa en Velilla y también de aspecto original, es la campana de la ermita de San Nicolás que, cuentan, tañía para anunciar desastres, como la muerte del rey Fernando el Católico. En cualquier caso, esta ermita ofrece buenas panorámicas del entorno desde Velilla, el Ebro comienza a dibujar cerrados meandros en medio de un paisaje estepario. Los más serpenteantes, los que marcan las curvas más imposibles, se encuentran entre La Zaida y Escatrón. Hacia Alforque, el paisaje ofrece como horizonte las sierras de Monegros. Y entre éste y su emparentado nominalmente Alborge, que formó parte del señorío del Monaterio Rueda, todavía se incrementa su atractivo con los montes que descienden hasta el cauce. Entre ambos pueblos, en un meandro caprichoso que la envuelve creando casi una isla, queda Cinco Olivas, que cuenta con embarcadero y con los restos del molino harinero más importante de toda la provincia. Finalmente, Escatrón alberga en su iglesia el retablo de alabastro del altar mayor del Monasterio de Rueda. Al norte de Sástago, entre esta población y la monegrina Bujaraloz, se extienden las lagunas endorreicas más importantes de Aragón. Secas durante largos periodos de tiempo, ya que sólo contienen agua en época de lluvias y tienen especies animales muy adaptadas, entre ellas algún endemismo único en el mundo. El más extenso es La Playa, que todavía conserva los restos de las antiguas salinas.

EL MONASTERIO DE RUEDA

Este monasterio erigido a orillas del Ebro sobresale por varios aspectos. El sabio aprovechamiento que los monjes hicieron de las aguas del río con sus construcciones hidráulicas. Aquí se situaba una gigantesca noria, que seguramente influyó en el nombre del monasterio, y todavía se puede contemplar el canal de piedra que la transportaba para regar las huertas. Se trata de uno de los grandes monasterios cistercienses aragoneses. Con origen en el siglo XII, es en la centura posterior cuando se desarrolla el proceso constructivo. Sobresale la torre de ladrillo y decoración mudéjar, que domina todo el conjunto, el claustro de planta rectangular y arcos apuntados y la sala capitular, a la que éste da paso. El monasterio estuvo habitado hasta la desamortización de 1836. Después, permaneció durante largo tiempo desatendido. Recientemente, se ha restaurado y se ha acondicionado una hospedería en el palacio abacial.



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