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Castillos de Aragón

Testigos de guerras, batallas, escaramuzas y revueltas, atesoran las riquezas históricas y artísticas de Aragón. Son sus castillos y fortalezas de los que hay quien asegura llegó a haber hasta quinientos.

Abrazan todos los estilos: románico, gótico, mudéjar, renacimiento y barroco, unos eran puras torres de control o defensivas, otros auténticas fortalezas, los hay que combinan el castillo con iglesia, palacio con convento, alcázares musulmanes o el típico “donjón” francés.

La Ciudadela de jaca

Pentágono perfecto cercado por murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones. El Castillo de San Pedro o Ciudadela es una construcción castrense ordenada hacia el 1592 por Felipe II en Jaca como defensa ante la posible invasión francesa.

Cruza el foso un puente de tres arcos más uno levadizo. Tras atravesar una puerta coronada por un escudo, accedes al interior donde hay que detenerse ante la portada barroca de la iglesia del siglo XVIII y el patio de armas plagado de arcos.

Monumento Nacional, junto con el belga de Lieja, es el único castillo pentagonal que se conserva completo.

Sos del Rey Católico

Enclave estratégico entre dos reinos: Navarra y Aragón, la villa está rodeada por una muralla medieval.

Calles empedradas salpicadas por casas solariegas que te guían hasta dos promontorios. En uno, se alza el Palacio de Sada, cuna del Rey Católico en 1452. En la Peña Feliciano, en un balcón privilegiado, construyeron los árabes el castillo original en el siglo X. Doscientos años después, Ramiro II lo reformó.

Recinto amurallado de planta irregular y pequeñas dimensiones cuyo corazón es la Torre del Homenaje, de planta cuadrada. A sus pies, una iglesia románica del siglo XIII.

Aínsa

La fortaleza es casi tan grande como la localidad. Su gran patio rectangular está rodeado por un grueso muro salpicado por arcos de gran altura. La construcción que mejor se conserva es la que rodea la Torre del Homenaje que hoy alberga el Centro de Interpretación de la Fauna Pirenaica.

Biel

Rodeado de bosques, en lo más alto puede verse su torre románica del siglo XI con muros lisos y pequeñas ventanas. La mandaron construir Sancho Ramírez y su esposa Felicia, padres del rey Alfonso I el Batallador.

Uncastillo

El nombre de este Conjunto Histórico Artístico que ocupa 6.500 metros, lo dice todo. La fortaleza domina un precioso entorno natural y la villa, que crece alrededor en círculos concéntricos. Sus seis iglesias románicas, casas solariegas e intrincadas calles te hacen sentir en la Edad Media.

El Palacio, del siglo XIV, es gótico y lo mandó construir Pedro IV con dos plantas de salón cubiertas con bóvedas de crucería. Entre ambos recintos, un aljibe excavado en la roca. Uncastillo es mucho más que “el castillo”, es puro embrujo.

Loarre

Dominando el Reino de Mallos, el castillo de Loarre sigue en pie y orgulloso de ser la fortaleza románica más importante de España y tal vez de Europa.

Ocho torreones aguardan el sonido de las espadas defendiendo lo que fue el palacio real, convento y más recientemente, escenario de película (El Reino de los Cielos, dirigida por Ridley Scott, se rodó allí).

El castillo de Loarre tiene tres etapas constructivas: con Sancho el Mayor llegan el recinto superior y las torres altas; con Sancho Ramírez, la Capilla Real y su entorno; del siglo XIII data la impenetrable muralla de doscientos metros de longitud y metro treinta de grosor. El puente por el que se accede a la Torre del Homenaje podía cortarse para dejar aislada esta zona que contenía dormitorios, la cocina y almacenes para conservar alimentos.

La pieza más importante es la Capilla Real dedicada a San Pedro, rematada por ricos y suntuosos capiteles, ventanas, cúpula, arcos ciegos en el ábside y bóvedas de cañón y de horno. La Torre de la Reina, con sabor mozárabe, igual que la iglesia de Santa María, forma parte del núcleo originario del castillo.

Samitier

Sobre la vertical de la presa del pantano de Mediano, así se mantiene desde el siglo XI el conjunto religioso militar de Samitier.

Lo mandó construir Ramiro I como enlace de la primitiva frontera del Sobrarbe. Lo más sorprendente es la ermita de Santa Waldesca en el camino de acceso.

Muro de Roda

Espectacular fortaleza del siglo XI con iglesia románica de tres naves y cripta. En otro tiempo cabecera política, religiosa y militar del Valle de la Fueva.

Sábada

Situado sobre un pequeño cerro, sus muros sobrios y gruesos en piedra labrada, sillares colocados en hileras horizontales sólo rompen su estructura para formar las torres con sus almenas.

El castillo es de estilo medieval con decoraciones cistercienses, del siglo XIII. El recinto amurallado es de planta rectangular muy regular y alrededor de su patio, siete torres muy diferentes unas de otras y con pocos vanos.

Alquézar

En árabe, Al-Qasr, significa “La Fortaleza”. De insultante belleza y como flotando sobre el cortado del río Vero, impresiona la imagen del castillo-colegiata.

El castillo musulmán de Alquézar se levantó a principios del siglo IX, lo conquistó Sancho Ramírez en el siglo XI y mandó construir la colegiata de Santa María. El templo que hoy existe es del siglo XVI, con un claustro porticado del XIV que atesora restos de gran valor.

Fantova

Prototipo de castillo-iglesia aragonés, está en pie desde principios del siglo XI, donde su torre de planta circular y la iglesia románica, están perfectamente integradas y guarnecidas por un muro que se conserva en parte.

Abizanda

Las torres del castillo salen a recibir al visitante de Abizanda. Típico feudal, es un “donjón” del siglo XI (se les llama así a los que tienen torre, salas y cumplen la función de palacio). Todo en uno: atalayas, miradores y residencia en varios pisos.

Montearagón

Sancho Ramírez y su hijo Pedro levantaron el castillo para organizar el asedio y la reconquista de la ciudad de Huesca.

La fortaleza pasó a ser un poderoso monasterio que empezó a decaer con la desamortización y un incendio que se declaró en el siglo XIX. En su época de esplendor, tenía dos recintos y diez torres, hoy puede verse la zona amurallada, las torres albarrana y del homenaje y la iglesia barroca.

Monzón

Mimetizado con el paisaje, sus muros dan cuenta de una interesante historia.

Cuenta la leyenda que el rey Sancho Ramírez pagó a unos traidores para que se colaran en el castillo de Monzón, hicieran sonar una campana y así sus ocupantes creyeran que las tropas cristianas estaban dentro. El factor sorpresa fue decisivo para conquistar el castillo el día de San Juan de 1089.

En la actualidad su aspecto exterior es relativamente moderno, de los siglos XVII y XVIII. La Torre del Homenaje es la parte más antigua y dos edificios medievales, la Torre de Jaime I y una capilla-torreón. Es el típico castillo de planta irregular dispersa.

Trasmoz

Empapado de leyendas de brujas y aquelarres, el castillo de Trasmoz guardó los límites del reino de Aragón durante los siglos XII y XIII amparado por el Moncayo.

Tuvo dos siglos de esplendor con los Luna y los señores de Urrea. Una leyenda cuenta del castillo que se construyó en una noche.

Illueca

En la construcción del castillo hay una primera fase de los siglos XIV y XV que dota al conjunto de su aspecto exterior mudéjar; una segunda renacentista; y la tercera que aporta los elementos barrocos en el siglo XVII.

Más que una fortaleza militar semeja un palacio.

Montañana

A un paso de la capital aragonesa, el conjunto medieval de Montañana se conserva a duras penas. Restos de murallas, torres y un puente.

Alfajarín

Subido a los Montes Blancos junto a la ermita de la Virgen de la Peña, el castillo de Alfajarín muestra su silueta.
Levantado en el siglo XI con planta irregular en un espolón defendido por acantilados y un foso para vigilar la ribera del Ebro y Zaragoza desde esa zona.

Mesones de Isuela

El castillo-palacio de los Lunas es uno de los más grandiosos que se pueden encontrar en Aragón.

Se alza sobre un cerro desde el que domina Mesones de Isuela en su totalidad. El castillo original es del siglo XI pero la obra hoy en día, data del XIV que llama poderosamente la atención la robustez del recinto exterior de piedra de sillar reforzado con seis torreones cilíndricos. Entre sus salas góticas, destaca la que ejercía de capilla.

Aljaferia

La construyeron los árabes en el siglo XI como paraíso de recreo, rodeada de huertas y acequias y la llenaron de artistas, científicos e intelectuales, de forma que entendemos, por qué la llamaron “el Palacio de la Alegría”.

Tras la Reconquista de Zaragoza, pasó a ser residencia de los monarcas cristianos. Durante el reinado de Pedro IV el Ceremonioso, se convirtió en el enclave político más importante de la ciudad.

La mayor reforma la encargaron los Reyes Católicos, en el siglo XV, que hicieron levantar un fastuoso palacio sobre los muros musulmanes.

Destacar la iglesia gótico-mudéjar junto a la Torre del trovador y el Patio de Santa Isabel con sus naranjos y albercas rodeado de pórticos y yeserías con sabor musulmán.

Ejemplo de fusión de culturas, religiones y convivencia, hoy acoge a las Cortes de Aragón, testigo de cómo se discuten y elaboran las leyes de esta tierra.

Calatorao

Localidad famosa por su piedra, sin embargo su fortaleza es de ladrillo y tapial arcilloso con unos recios que en algunos puntos llegan a medir hasta un metro y treinta centímetros de grosor.

Su planta inicial recuerda a la de la Aljafería, hay paredes de mayor calidad en la iglesia y zonas más nobles y de menos en las de la servidumbre. Los cristianos añadieron el recubrimiento exterior de ladrillo, patio de luces y galería de arcos renacentista.

Mequinenza

La altísima mole de piedra blanca a la orilla del río Ebro, señala que se acaban las tierras aragonesas y llegan las catalanas. El castillo-palacio sobre un monte es una de los más deslumbrantes del gótico en Aragón. De planta poligonal, tiene un elevado muro con seis torreones rectangulares y uno pentagonal.

Se construyó en los siglos XIV y XV sobre un antiguo castillo musulmán y fue reformado.

Calatayud

La ciudad tiene cinco castillos, se encuentran unidos entre sí por una muralla de cuatro kilómetros salpicada de torres defensivas cuya estructura se conserva en gran parte.

La torres octogonales, las escaleras entre muros y las bóvedas y cúpulas, representan lo que hasta ahora se considera el conjunto más antiguo de Europa. Parecen de roca natural, fundidos por el paso implacable del tiempo. El de Ayub de grandes dimensiones al que accedía por unos puentes levadizos, el del Reloj, el de la Torre Mocha, el de la Peña y el de Doña Martina, que es el más antiguo.

Cetina

En pie desde el siglo XIII, tiene una estructura alargada rematada por una torre en cada extremo. La del Homenaje se conoce como “el Volatín”. En la zona más antigua está la capilla.

En el oratorio del gran castillo-palacio de Cetina se casó Francisco de Quevedo.

Caspe

El castillo del Compromiso, gótico del siglo XIV, al borde del acantilado que daba al río Guadalupe. Era la residencia oficial de los comendadores de la orden de San Juan de Jerusalén. En 1412, entre estos muros se celebró el famoso Compromiso de Caspe y se eligió rey al infante castellano Fernando I de Antequera.

Albalate del Arzobispo

Joya del gótico aragonés, el castillo era la antigua mansión de los arzobispos de Zaragoza, señores del lugar y de ahí su nombre.

De planta trapezoidal y construido a lo grande, destaca el edificio señorial en el que se encuentra la capilla de palacio con una hermosa techumbre y finas tracerías en sus ventanas ojivales. Excepto la torre, toda la construcción es de sillería, y como curiosidad está la plaza de toros de 1922, a cuyo palco principal se accede por el castillo.

Maella

Dos amplios recintos de murallas con cubos en lo alto hacen del de Maella un castillo muy especial. Es gótico tardío, perteneció a la Orden de Calatrava y a su vera se encuentra una iglesia gótica con fachada clasicista.

Daroca

La villa asoma entre muros de piedra con la impronta que dejaron los musulmanes que la fundaron para vigilar y defender el camino de Valencia. Fortificada, las murallas de la Puerta Baja almenadas consiguen transportarte en el tiempo.

La ciudad tuvo tres castillos. Las extensas ruinas del Mayor se confunden con el cerro que domina la colegiata, sin embargo no hay duda gracias al arco apuntado y su torre rectangular de argamasa y mampostería. La torre del Andador sí es significativa, es lo que queda del segundo castillo, el de San Cristóbal, de los siglos XII y XIV. El tercero es el de la Judería, también en ruinas.

Alcañiz

En su castillo-convento se conservan los frescos góticos claros testimonios de los siglos XII y XIV. Testigo de contiendas y del paso del tiempo, hoy impresiona por lo mucho que guarda.

Sus orígenes, en los que se mezclan historia y leyenda, son algo confusos pero en esta obra de arte se abrazan todos los estilos. Se sabe que fue un alcázar de planta de trapecio pero que se modificó en el siglo XVIII y hoy una buena parte se ha convertido en Parador Nacional.

Valderrobres

Sorprende la gran armonía con el que se agrupan las casas para sostener en alto el conjunto gótico del castillo-palacio episcopal y la iglesia arciprestal.

En el año 1390, el arzobispo de Zaragoza mandó levantar en Valderrobres su castillo gótico de carácter señorial. Dos arzobispos más y el Papa Luna fueron completando la labor del precursor. De planta hexagonal irregular, las salas se distribuyen en torno a un patio descubierto y la fachada es una de las más suntuosas del gótico civil en España. Se remata con tres torrecillas almenadas y comunicadas por un camino de ronda.

Peracense

El origen de esta fortaleza no está muy claro pero parece que fue la defensa de un pequeño poblado medieval conocido como Villeta. Pudo ser el punto de partida de las tropas reales hacia la conquista de Albarracín.

De planta cuadrada irregular se divide en tres recintos concéntricos. En un perfecto equilibrio se suceden los distintos pisos, el polvorín, la mazmorra, las caballerizas, la cocina, paredes llenas de secretos.

La muralla está reforzada por tres torreones, y en su plaza de armas se encuentran nichos que debieron servir para almacenar víveres y para que los guerreros se resguardaran del frío.

Albarracín

Una vez en la villa, nuestros ojos se desvían hacia la espectacular muralla que protege un trazado de calles serpenteantes que componen su cuidado casco urbano. Hoy las ruinas del castillo quedan ensombrecidas por la murallas del siglo XII. Paseando se llega hasta la torre más alta de esta muralla musulmana, la del Andador, resto del castillo. Hubo un tercero, el de la Muela, pero tan sólo queda en la memoria.

Alcalá de la Selva

El castillo románico-gótico de Alcalá de la Selva, a casi 1.500 metros, en invierno queda envuelto en nieve. Data del siglo XII, pero se asienta sobre otro anterior árabe.

Mora de Rubielos

Con 12.000 metros cuadrados de superficie, torres de más de 25 metros de altura y muros que superan los cinco metros de grosor, el castillo-palacio de Mora de Rubielos resulta espectacular.

Gótico del siglo XII, su sólida sillería le da un aspecto exterior castrense. Por dentro, las salas se distribuyen en torno a un patio descubierto y con pórticos que acaban en armoniosos arcos apuntados. A esta fortaleza le ha tocado desempeñar distintos papeles a lo largo de su historia: militar, colegiata, palacio, convento, víctima de un incendio, desamortización y, finalmente, restauración para usos culturales.