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Turismo Religioso

El Pilar de Zaragoza

Canta la tradición, que la Virgen vino en carne mortal a Zaragoza. Se cuenta que el Apóstol Santiago estaba desalentado junto al río Ebro y María llegó para animarlo en su labor de cristianización. Reconfortado, Santiago y los primeros convertidos partirán desde Zaragoza a predicar por toda España. Han pasado ya dos mil años.

Cuando llegas a Zaragoza la inconfundible silueta en ladrillo coronada por un mar de cúpulas y cuatro altísimas torres salen a recibirte. Es la preciosa basílica barroca que custodia el “pilar” en el que se apoyó, en su venida, la Madre de la Hispanidad. Es un fuste de jaspe forrado en bronce y plata coronado por una elegante talla gótica de madera de frutal que representa a María con el Niño. Hay que fijarse en el manto que luce. El primero del que queda constancia escrita data de 1504. Todos los días lleva uno distinto salvo el dos, doce y veinte de cada mes: el dos de enero se conmemora la venida de la Virgen, el doce de octubre es la fiesta del Pilar y el veinte de mayo se celebra la coronación canónica. El manto más especial es el que se teje cada doce de octubre con millones de flores y emociones de oferentes llegados de todo el mundo.

Con una ubicación tan especial, no es de extrañar que bajo la Basílica de Nuestra Señora del Pilar se hayan encontrado restos de un pequeño templo visigodo, una iglesia románica que se incendió y una catedral gótico-mudéjar que se demolió. De ésta última, aún se pueden admirar piezas de carpintería mudéjar, la monumental sillería del coro y el increíble retablo de alabastro que lleva firma de Damián Forment.

En el siglo XVII, la devoción era tan inmensa que se decidió diseñar una nueva construcción a la altura de la vecina, la Catedral del Salvador, La Seo. Con San Pedro de Roma en mente, en el siglo XVIII, se termina la actual basílica barroca amplia, diáfana, luminosa y de gran belleza.

Ciento cincuenta metros de largo por sesenta de ancho. La Santa Capilla es el principal punto de atención que, ideada por Ventura Rodríguez, tiene tres pórticos curvos, con entablamentos y frontones clasicistas en su frente principal y el muro macizo salpicado por tres altares. En uno de ellos, brilla con luz propia la Santa Imagen sobre la Columna, una Virgen del Pilar deslumbrante con su corona imperial y una aureola de brillantes. A sus pies, alguno de sus mantos ofrecidos por los fieles que, además, reservan las velas de cera más pura para los candelabros que portan los ángeles del Camarín de la Virgen.

En Zaragoza encuentras religión con mucho arte. La Plaza del Pilar es la de las Catedrales porque Zaragoza tiene dos iglesias catedralicias: el Pilar y La Seo.

La Seo es uno de los templos más ricos y estilosos de España. Sometida a continuas modificaciones y ampliaciones, el conjunto es armonioso, luminoso y variado, por dentro y por fuera. El muro exterior y el artesonado de la Parroquieta de San Miguel, son dos joyas del mudéjar que fueron declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en el 2001, englobadas en la declaración de todo el mudéjar aragonés.

Otra Basílica que impresiona, la de Santa Engracia, que guarda los restos de la Santa y la capilla de los mártires de la persecución romana. Más iglesias barrocas que fascinan son la de San Carlos y la de la Mantería. Las que presumen, y con razón, de torres mudéjares son las de la Magdalena, San Pablo, San Miguel y San Gil.

De la Caesaraugusta fundada a orillas del Ebro quedan las murallas o el magnífico Teatro Romano.