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El Baile Aragonés

En Aragón existe un extraordinario repertorio de bailes y cantos populares, que se han simplificado como consecuencia del arraigo e implantación definitiva de la jota. Esta danza ha ido desplazando con el tiempo a otras como el fandango, el bolero o la aldaba, con modalidades muy diversas según el lugar del que procedían. Las fórmulas coreográficas son simples e imitan el desarrollo del baile de salón por parejas, alejándose de las escuadras o conjuntos.

La jota ha alcanzado una notable celebridad tanto dentro como fuera de sus fronteras. Muchos grandes ballets internacionales la incluyen en su repertorio y son varios los compositores de renombre que la han incorporado a sus composiciones, siendo tema central de alguna de nuestras zarzuelas, llegando a cotas de gran magnificencia en la voz de los mejores tenores del mundo.

Pero no es la jota la única danza popular de Aragón. La geografía de esta tierra está llena de otras muchas manifestaciones de este tipo, algunas tan antiguas que se pierden en la memoria de los tiempos. Tal es el caso de la Contradanza de Cetina, un acto único en todo Aragón que ha subsistido a través de los siglos transmitiéndose de padres a hijos. Se interpreta el 19 de mayo, festividad de San Juan Lorenzo, patrono de la localidad, para conmemorar la muerte del santo, franciscano martirizado en Granada en 1379 que, según la tradición, fue víctima de un rey moro llamado Mahomet.

La Contradanza se incluye en el esquema de un dance de pastoreo. Sus mudanzas son francamente originales, con restos de gran valor folclórico de ritos agrícolas muy antiguos que han pasado a formar parte de una danza de máscaras de raíz religiosa.

Danza y música rememoran otras centroeuropeas. Los vecinos de Cetina dicen que sus orígenes están en las danzas celtas. La dureza de los ejercicios y saltos exigen a los intérpretes una gran resistencia física. Los danzantes, cubiertos con caretas y vestidos con un ropaje de trazos blancos y negros que simula un esqueleto. Otro, ataviado de rojo, simboliza al diablo. Es una danza nocturna de más de dos horas de duración. Los ejecutantes llevan en la mano una gran antorcha encendida, lo que convierte al acto en un espectáculo impresionante. La vistosidad de la Contradanza y la originalidad de su vestimenta han conseguido que los danzantes de Cetina hayan sido requeridos en más de una ocasión para representar la danza a varios países europeos.

En Leciñena se interpretan las seguidillas, conocidas en todo Aragón. Se ejecutan el 15 de marzo para celebrar la aparición de la Virgen del Magallón al pastor Marcén. Parece ser que el origen de este baile es manchego. Difundido por toda España, alcanzó un alto grado de popularidad en Aragón a finales del siglo XVIII. Hay quienes aseguran que las populares sevillanas andaluzas arrancan de las seguidillas. La forma de las de Leciñena es la habitual. Se inicia el cante y el baile con dos coplas y se termina con una despedida.

Como en los casos anteriores, el Alacay de Ansó también es un baile religioso. Se trata de una danza en la que los componentes de la cofradía que desfila primero van ataviados con traje de abolengo, portando picas de tres palos cortos cruzados sobre ellas, adornados con cintas multicolores. Cinco parejas danzan al son del chiflo y el tambor, sosteniendo cada una un pañuelo de seda por los extremos y formándose un corro que pasa en fila por debajo de otro pañuelo que el mayordomo y la mayordoma levantan cada vez.

Un carácter más campestre tienen los bailes de arcos, adornados con flores con las que se formaban figuras. En la actualidad están incorporados a otros dances como el de Tauste o el de Buste. En Illueca y otras localidades existen todavía bailes de corro denominados somorondones o somerondrón, y que en Gotor, Sestrica, Jarque y numerosos pueblos ribereños del río Aranda se conocen como chimilindrón.

En el Bajo Aragón se conserva el rodat o rueda de hombres solos alrededor de hogueras. En Alcañiz, durante la plega de las aceitunas, una mujer canta en el centro del corro mientras que éste gira y repite los dos últimos versos de cada cuarteto, finalizando la cantante solista con chillidos muy agudos.

Son numerosos los bailes que se incluyen dentro del dance aragonés. Como hemos visto en el caso de la Contradanza de Cetina, el dance es una representación teatral, popular y religiosa que se desarrolla al aire libre y que suele tener como escenario habitual las puertas de las iglesias. También es normal el acompañamiento de procesiones y romerías, a los que se suman bailes y mudanzas de palos, espadas, arcos y cintas. Algunos de ellos se componen de un diálogo de pastores, en otros, los protagonistas son moros y cristianos y existe un tercero que representa el bien y el mal, simbolizados por un ángel y un demonio. Otros elementos del dance son las loas, los dichos, las descripciones de acontecimientos o las críticas a las costumbres populares.

Muchos son los dances que florecen en el mapa folclórico aragonés. Como ejemplo, además de los descritos, basta citar el Pito de Yebra de Basa, la Morisma de Aínsa, la Pastorada de Gallur y los dances de Robres y de Sariñena.

El traje Aragonés

El traje popular aragonés es el resultado de la adaptación de la vestimenta señorial del siglo XVIII, que fue abandonado a mediados del XIX, con algunas excepciones, como es el caso de Ansó, que lo conserva como en sus orígenes.

El esquema básico de los vestidos del XVIII para el hombre incluía calzón, chaleco, chaqueta, camisa, sombrero sobre pañuelo coronario y calzas con abarcas, alpargatas o zapatos. El de la mujer consistía en falda y refajos, corpiño, delantal y mantón, pañuelo a la cabeza, medias, zapatos o alpargatas y adornos.

En la actualidad aquella indumentaria ha desaparecido casi por completo y poco tiene que ver con el que ahora conocemos. El baturro o jotero viste camisa blanca sin cuello, con tirilla, pechera diferenciada, calzón interior de tela atado a la rodilla y visible bajo el exterior de paño o pana. El chaleco es de paño negro o de fantasía con cuellos de alzapón y botones de metal. A la cintura lleva un fajo o ceñidor de estambre o lana, morado o negra. La cabeza se cubre con un pañuelo o cachirulo negro u oscuro para los mayores.

El traje de la mujer se basa en telas oscuras de colores, camisa, enaguas blancas, falda larga hasta el empeine con rameados o florecillas, jubón sin escote, manga larga, mantón, mantoncillo o toquilla sobre los hombros y pañuelo de Merino o de Manila cerrado en dos picos por delante y uno por detrás. Para la iglesia, pañuelo o bancal sobre la cabeza. Las piernas se cubren con medias, blancas en los Monegros y Bajo Aragón y negras en los demás sitios. Como calzado, abarcas o alpargatas y zapatos de medio tacón o bajos.

La cabeza, peinada con raya central y pelo tirante, moño sobre la nuca y trenzas. Pendientes de varios cuerpos, de plata o aljófar y pedrería falsa. El conjunto se remata con un delantal, grande para diario y pequeño para los días de fiesta.