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Rutas e itinerarios

Ruta del Moncayo

En el confín oeste de la provincia de Zaragoza la impresionante mole del Moncayo separa, en una longitud de 25 kms., la tierra baja aragonesa de la alta meseta castellana. El macizo montañoso se orienta de NO a SE, paralelo al Ebro. Entre el monte y el río queda un amplio espacio de más de 30 kms. de anchura, permitiendo que se asienten en él los somontanos de Borja y Tarazona. El Moncayo, como montaña señera, ha sido tema inspirador de poetas. Su nieve, su blancura y su azul, su encanecido aspecto, han sido cantados por los poetas, desde el hispano-romano Marcial a Machado. Sin embargo, el objetivo de este viaje turístico por tierras del Moncayo no puede circunscribirse a la montaña, aún siendo ésta uno de los mayores alicientes para el excursionista. La personalidad del somontano se multiplica en cada paisaje y en cada monumento. Por eso, en su recorrido se hacen necesarias varias detenciones.

Situados en el extremo oeste de la provincia, como una cuña que se adentra entre Soria y Navarra, los somontanos del Moncayo tienen su indiscutible capitalidad en las monumentales ciudades de Tarazona y Borja. Viniendo desde Zaragoza se ha de tomar la autopista de Logroño y Pamplona o la nacional 232.

Borja

A unos 60 km. de Zaragoza, abre la ruta hacia el Moncayo. Las ruinas de un castillo feudal, dominan el núcleo urbano, entre cuyos monumentos religiosos destacan la Colegiata de Santa María (1499), con una bella colección de primitivos aragoneses; la iglesia de San Miguel, con restos cistercienses (s. XIII); el convento de la Concepción y fuera de la ciudad la ermita de San Jorge, del siglo XIII. Dentro de la ciudad no pueden dejar de visitarse el barrio de judíos o Sayón y, en el Barrio Real o hidalgo, las casas blasonadas, entre las que sobresalen, la Casa Consistorial (1532-34), con elementos mudéjares y góticos; la Casa de las Conchas, que ha sido restaurada recientemente (hoy Monumento Nacional); la Casa de los Angulo, que es prototipo de palacio aragonés de ladrillo, o el Palacio de Aguilar.

Siempre desde Borja, apartándonos momentáneamente de la carretera 122 a Tarazona, un itinerario que se recomienda es el que nos lleva al Santuario de Misericordia. Se trata de un excelente lugar por su altitud, clima y situación geográfica. Se halla a 5 km. de Borja, rodeado de pinares y aguas manantiales de las fuentes de Gracia, San José y la Gotera, con un excelente panorama multicolor de olivos, viñas y cereales. El día de San Bartolomé se forma una romería desde Borja, con carros y galeras que proceden de todos los pueblos de alrededor.

Tarazona

A unos 80 km. de Zaragoza, popularmente conocida como «La Toledo Aragonesa» por sus bellos monumentos, se remonta en antigüedad a la época celtibérica (Turiaso). La Catedral es, con diferencia, el monumento más notable de Tarazona y su conjunto es quizás el más abigarrado y pintoresco entre las nueve catedrales que encierra Aragón, particularmente en su exterior, donde la piedra del gótico primitivo alterna con los ladrillos mudéjares y renacentistas, en forma de animadas galerías, un movido cimborrio y una esbelta torre. Fue comenzada en el siglo XII, aunque hay que decirlo, es obra principalmente de los siglos XIV y XV; el espacioso claustro, esto sí que hay que destacarlo, es una impresionante fusión del tardogótico y del mudéjar, con evocadoras celosías, siendo en este aspecto el más notable en toda España. La Casa Consistorial, el mejor edificio renacentista de la ciudad, preside la antigua plaza Mayor, y detrás se encuentra el Arco del Conde, la mejor de las puertas que subsisten de la antigua muralla del Cinto, de ladrillo y en forma apuntada. Precisamente, el «Cinto» es el distrito más evocador, encaramado sobre un rocoso espolón, en el que descuellan, al borde del acantilado, el Palacio Episcopal -antigua residencia de los Reyes de Aragón-; la iglesia de la Magdalena -cuyo ábside es la mejor muestra del románico en Tarazona, en tanto que su esbelta torre es mudéjar, así como las tres naves- y San Atilano, patrón de la ciudad, la iglesia barroca más ornamentada.

El Moncayo es un monte recio y bravío -máxima cota provincial, con sus 2.315 metros- en cuya cima se acumula la nieve buena parte del año. Sus laderas pobladas de una vegetación desordenada y bella, dan lugar al Parque Natural «Dehesa del Moncayo». Las posibilidades montañeras y excursionistas son amplias pero igualmente apreciadas resultan las de paz, sosiego, clima sano, agua cristalina y naturaleza virgen que vino a encontrar el poeta Gustavo Adolfo Bécquer en estos paisajes que tantas veces cantó con su lírica. Los somontanos o «pie de monte» son una tierra más seca, abundante en excelentes vinos y tamizada por las feraces vegas de los ríos Queiles y Huecha.

El Parque Natural «Dehesa del Moncayo», cuyas distancias a Zaragoza y Tarazona son de 90 y 16 km. respectivamente, es sitio de Interés Nacional desde 1927 y Parque desde 27 de octubre de 1978. Se accede a él desde Veruela -27 km. de recorrido- o des-de San Martín, 15 km. de asfaltada carretera. Sus 1.397 hectáreas pertenecen al término municipal de Tarazona, cuyo ayuntamiento está promocionando la creación de un Centro de Investigación Ecológica. Desde la «Casa Forestal» (1.100 m.), la ascendente carretera descubre dos fuentes -«La Teja» y «Los tres caños»- antes de llegar al mirador del Balcón de Pilatos (1.200 m.). Más arriba, otras dos fuentes: «El Sacristán» y «Los Frailes». Un segundo mirador en el prado de Santa Lucía. El último, en Peña Nariz, desde donde se llega al Santuario de Nuestra Señora del Moncayo y a la fuente de San Gaudioso. Dicho Santuario se encuentra situado en una de las vertientes del monte de su nombre a 1.260 metros de altitud. Se compone de una antigua iglesia, en cuyo interior se puede admirar Nuestra Señora de Moncayo, curiosa talla francesa del siglo XIII, y la hospedería, propiedad del Cabildo de Tarazona. Es punto de partida para innumerables excursiones de montaña por parajes de gran belleza.

En las estribaciones del Moncayo, y en el término municipal de Vera de Moncayo, se levanta el antiguo monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Veruela, el más espléndido, grandioso y bien conservado de los edificios del Cister en Aragón. Veruela está rodeada de valores naturales magníficos en su entorno inmediato: todo el conjunto ha sido declarado Parque Nacional. El Monasterio fue fundado por la orden del Cister en 1170. Su exterior es macizo y severo, flanqueado por tres torres. El interior corresponde al románico último, tipo Claraval, con tres naves y crucero en dos capillas. Posee iglesia y claustro de los siglos XII al XIV, sala capitular, escrito rio , refectorio, cocina, dormitorios, etc. Junto al monasterio viejo se construyeron, a partir del siglo XVI, una serie de dependencias, culminada con una gran obra consistente en un edificio que consta de un gran número de habitaciones. Varias de las dependencias -entre ellas las bodegas- del antiguo monasterio han sido utilizadas por la Diputación Provincial, su actual propietaria y restauradora para la instalación del Museo Aragonés de Arte Contemporáneo en el que se exponen numerosas pinturas y esculturas de los más importantes artistas aragoneses del siglo XX.

El Monasterio de Veruela está muy ligado a la vida de Gustavo Adolfo Bécquer. En una de sus celdas, el poeta escribió las «Cartas desde mi celda» y la Cruz Negra de la entrada del monasterio llamada «Cruz de Bécquer» recuerda el lugar donde el romántico descansaba en los días en que permaneció en el desamortizado monasterio. Pero Bécquer ambientó en otros pueblos del Moncayo leyendas como «Los Ojos Verdes» y «El Gnomo», o «La Corza Blanca», en el escenario de Beratón.

No se puede dejar de informar al visitante que las manifestaciones folclóricas en la tierra aragonesa del Moncayo presentan raíces fundamentalmente espirituales pero un desarrollo actual, multitudinario, de carácter profano. Esto es particularmente cierto en las fiestas principales de sus pueblos, en las romerías e incluso en los «dances». Las fiestas se celebran en las fechas que dan término a las faenas rurales agrícolas y ganaderas. Preferentemente en agosto, septiembre y octubre. Predominan las que se centran en torno a la devoción a la Virgen en las zonas próximas al Moncayo; por el contrario, aquellas localidades que se asientan en zonas más llanas guardan relación con las advocaciones al Santo Cristo.

La gastronomía se une al folclore. Se hermanan en giras y romerías «pasteles», roscones o adobos, con el vino y los cantos. No se concibe la buena mesa sin la buena jota.