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Rutas e itinerarios

Ruta de Huesca-Loarre-Mallos de Riglos

Este itinerario incluye los alrededores de Huesca capital, avanzando en dirección noroccidental hasta alcanzar los límites con la provincia de Zaragoza. El propio relato de pueblos y lugares revelara cuán interesante y amena puede resultar una visita que aquí, desde ya, recomendamos. A sólo seis kilómetros de la salida nos encontramos con El Carrascal. Se trata de un extenso encinar; aquí se encuentra tal vez el ejemplar más desarrollado de su especie en la provincia de Huesca: «la carrasca (encina) de Becha», sobrepasando el tronco los 7 m. de perímetro. A sólo 500 metros, Lierta, punto de partida para visitar el barranco y ermita de San Julián, uno de los más bellos rincones serranos (pequeño paseo de unos cuarenta minutos). A 17 km., Puibolea, lugar de atrevida ubicación, con curiosísimas y amplias bodegas que se hunden en la tierra. En la periferia, poblados íbero-romanos e hispano- visigodos, ambos del máximo interés; manantiales salinos explotados desde antiguo (casa de La Salina); despoblado de Gratal con ruinas de iglesia románica (siglo XII). A 21 km., se encuentra Bolea, cuya gallarda silueta de pueblo aparece como un sempiterno vigía de la llanura. Tiene sus orígenes en época íbero-romana y en sus cercanías afloran los restos de dos importantes poblados: Betance, ibérico, y La Corona, villa romana. Esta bonita villa merece una más detallada visita. En el medioevo estuvo amurallada por el Islam, muralla que en parte pervive, sirviendo de apoyo a las nuevas viviendas que desbordaron el casco viejo, tras su definitiva conquista por Pedro I en 1011. En lo alto de la población fue construida, a mediados del siglo XVI, la impresionante Colegiata de Santa María la Mayor (Monumento Histórico Artístico). El campanario reaprovecha el torreón de un antiguo castillo del siglo XII; la cripta es también residuo de la iglesia románica anterior.

A 4 km. de Bolea se encuentra Aniés, interesante localidad con casonas que arrancan del siglo XVII. Aquí se visita la Virgen de la Peña, una increíble ermita que prácticamente vuela en un rellano de ensueño, junto a la cúspide de un cantil calizo. Igualmente es otra emocionante e insoslayable aventura (a pie) descender la barrancada de San Cristóbal para deleitarse con un conjunto de inaccesibles celdas, junto a la ermita rupestre de San Cristóbal.

Ya estamos próximos a llegar a uno de los objetivos propuestos en este itinerario. Tras pasar por Loarre -atractiva población a pie de sierra, con plaza Mayor, presidida por el Ayuntamiento (siglo XVI)-, a cinco km. al E, se encuentra el Castillo de Loarre, obra cumbre entre las fortificaciones románicas españolas y, sin discusión alguna, uno de los monumentos más sensacionales e importantes de Aragón; el espacio natural que lo acoge contribuye decisivamente a su soberbia prestancia. Fortificaciones y pitones de roca caliza se abrazan en armoniosa simbiosis, causando sensación, asombro, por ingenio constructivo e inexpugnabilidad. Es Monumento Histórico Artístico desde 1906, visitable todo el año (guía permanente). El primitivo recinto fue realizado en tiempos de Sancho III el Mayor, alrededor de 1020. Subsisten la torre del Homenaje y la Reina, algún lienzo de muralla y la pequeña iglesia de Santa María. Surge como base militar en el corazón de una comarca fuertemente islamizada: Ayerbe, Bolea y Huesca. Sancho Ramírez reconvierte el castillo, adaptándolo para servir como monasterio agustiniano (1072 a 1080). Se construye la cripta y a continuación la fantástica iglesia de San Pedro, más algunas defensas. Ya en el siglo XIII se levanta la muralla perimetral exterior.

A tres km. de éste, otra fortificación del siglo XI, digna también de conocer. Se trata del Castillo de Marcuello, junto al cual existen dos iglesias románicas del siglo XII. Es un conjunto majestuoso y solitario que parece trepanar el cielo.

Volviendo en dirección Oeste, a unos 8 km. de Loarre, está Ayerbe. Este bonito pueblo se arracima en una hondonada, bajo alargado crestón que amojonan la ermita de San Miguel y el Castillo, componiendo peculiar y pictórico paisaje. Se suele identificar Ayerbe con «Ebellino», mansión romana de la vía Zaragoza-Lescar (Francia); no hay vestigios romanos en la población; bastante cerca, interesante villa junto a la ermita Virgen de Casbas. Sancho Ramírez conquista Ayerbe en 1084 y poco después se levanta una colosal fortificación cuya planta es perfectamente visible. Se complementa la obra con el inmueble románico de «Los Muros» (siglo XIII), cuyos despojos ruedan por la pendiente. Al sur de la cresta se construye otra iglesia románica (San Miguel). Alfonso I impulsa la erección de una población nueva en el llano y surge una tercera iglesia al estilo jaqués, San Pedro -fines del siglo XII-, de la cual subsiste la magnífica torre (Monumento Histórico Artístico). Al filo de los siglos XV-XVI se ejecuta una pieza capital dentro de la arquitectura civil aragonesa, el Palacio de los marqueses de Ayerbe, también Monumento Histórico Artístico. La iglesia parroquial de San Pedro es fábrica de los siglos XVI al XIX, con elegantísima portada del siglo XVII. La torre del Reloj, 1798, es característica dentro de la plaza Ramón y Cajal, marco de las populares «calderetas» -guiso de carne y patata- en las fiestas patronales. En la periferia, ermita románica de Santa Lucía (siglo XII), Virgen de Casbas (siglo XVIII) y La Fontaneta, paraje con frondosa vegetación y cristalinas fuentes. Es afamada su repostería y artesanal botería de cuero. En Ayerbe pasó algunos años de su infancia Santiago Ramón y Cajal.

Y ya al final de la ruta, otras de las bonitas sorpresas: Riglos y Agüero. En primer lugar, a 14 km. de Ayerbe, está Riglos, población junto a la base de los famosísimos «mallos», verticales y aislados paredones cuya altitud es de varios centenares de metros.

Auténtico paraíso para la escalada y montañismo; importante colonia de buitres. Algunos kilómetros más arriba en dirección Oeste, y casi en el límite con la provincia de Zaragoza, en el Somontano de las sierras Exteriores está Agüero, igualmente bajo imponentes «mallos», pintoresco decorado de fondo constituido por erectos torreones de conglomerado. Junto a los «mallos» quedan cimientos de fortificación, alzada en principio por Sancho III el Mayor. También en los «mallos» -campo de entrenamiento para escaladores y abundancia de aves rapaces- se cobijan algunas celdas de probable origen eremítico. Sobresalientes son la iglesia parroquial y la ermita de Santiago, las dos Monumentos Histórico Artísticos. La iglesia parroquial de San Salvador, del románico de transición y añadidos del siglo XVI (gótico aragonés), incrusta bellísima portada abocinada (restos de policromía), con Cristo en Majestad en el tímpano, escoltado por símbolos de los evangelistas. En la cripta se ha instalado un pequeño museo con piezas de arte sacro. La ermita de Santiago es obra románica inacabada del siglo XII, con magnífica portada, arropando tímpano con relieve de la Epifanía. En el interior, esplendoroso, capiteles con decoración figurativa y abstracta.