Los cistercienses que fundaron el cenobio se sorprendieron cuando, en medio de un paisaje árido, ante ellos se apreció un oasis de frescor, abundante vegetación y aguas vivas que brotan de las cascadas que forma el río Piedra.

A quince kilómetros de Calatayud, en Nuévalos se respira otro mundo, un inmenso jardín con rumor del agua. El sonido del agua precipitándose por cascadas como la Cola de Caballo, la Caprichosa, de los Fresnos, de la Trinidad…. O los remansos como el Lago del Espejo. Peces y cisnes conviven con cuevas abovedadas y árboles frondosos. Pero además, la visita al Monasterio, una increíble sorpresa.

Por deseo de Alfonso II de Aragón y su esposa Doña Sancha, en 1194, llegaron trece monjes cistercienses de Poblet para fundar el monasterio sobre lo que fue una fortaleza musulmana. Su corazón es el claustro, la Sala Capitular, lo que queda de la iglesia y la cripta con las tumbas de algunos abades, con algunas de las bellezas que en él se encuentran.

Un tranquilo hotel a disposición del viajero, conforma este Parque donde se encuentra la paz y el sosiego.