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La Romanización

La presencia de Roma sobre el territorio aragonés se hizo sentir muy pronto. Varios fueron los factores que ayudaron a ello.

De una parte, el Valle del Ebro, que con sus excelentes facilidades para la comunicación permitía el fácil acceso de las legiones romanas. Por otra, la proximidad a las Galias y, por último, el levantamiento de Numancia. Estas tres circunstancias fueron las que posibilitaron la acción de Roma y la colonización posterior de los territorios.

A principios del siglo II a.C. tiene lugar una primera acción militar romana sobre Aragón propiciada por Catón. A esta campaña le suceden otras con motivo de las guerras con los celtíberos hasta que, tras la caída de Numancia en 133 a.C. y los enfrentamientos entre César y Pompeyo, se inicia la romanización propiamente dicha. Es a partir del 23 a.C., año de la fundación de Caesaraugusta (Zaragoza) por las legiones de César, cuando comienza el período de esplendor de la cultura romana en el primitivo Aragón. Al tiempo que se colonizan Bilbilis (Calatayud), Osca (Huesca) y otros núcleos de población, se inicia el gran despegue. Caesaraugusta pasa a ser la plaza más importante de la provincia romana conocida como Hispania Citerior y es allí donde se unen las vías que conectan con el resto de la Hispania romana y con las provincias galas.

La presencia de Roma en Aragón ha dejado muestras que se han conservado hasta hoy y que reflejan la variedad y profundidad de su cultura. Puentes, termas, monumentos funerarios, acueductos, presas hidráulicas y otros muchos testimonios, pueden apreciarse a lo largo de toda la geografía aragonesa.