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Comunidad de Teruel

Temprado, 444001. - Teruel (Teruel)




Información de la Comarca de Comunidad de Teruel

En el sur aragonés se encuentra la extensa comarca de Teruel, entre algunas de las sierras más importantes del Sistema Ibérico. La capital provincial y comarcal, Teruel, la ciudad de los amantes y de las bellas torres mudéjares, se yergue sobre un altozano, con una perfecta posición estratégica no recompensada sin embargo con buenas infraestructuras viarias. Tiene en su haber episodios históricos, como la batalla de Teruel que dejó la ciudad en ruinas durante la Guerra Civil.

El Salvador, San Martín, San Pedro y Santa María son los nombres de las parroquias de la capital turolense que exiben sus correspondientes torres mudéjares, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Las cuatro, dentro de su diversidad, mantienen características comunes que las identifican como grupo dentro del mudéjar aragonés. De la catedral sobresale una obra única, su techumbre, de madera policromada, que permaneció oculta durante más de dos siglos tras una bóveda. No se trata de un artesonado, como es posible que parezca, sino de una cubierta de par y nudillo -un sistema que carga por igual sobre todo el
muro-, cuyo resultado es todavía más sorprendente que las que se pueden contemplar de este estilo en Sevilla o Toledo. Cerca de la catedral, se encuentra el Museo Provincial, con una completa colección de material etnográfico y arqueológico. La capital turolense tiene un legado mucho menos conocido que todo lo referido anteriormente: sus edificios modernistas, como la ermita del Carmen o la iglesia de Villaspesa. Al norte de la capital, entre llanos territorios, queda Cella. Aquí se encuentra un pozo artesiano en el que nace el río Jiloca y que recibe el nombre de Fuente de Cella. Se trata de una obra hidráulica de primer orden realizada en el siglo XVIII. En el pueblo también hay una iglesia de grandes proporciones y que forma un bonito conjunto con las casa rectoral a su lado. La vega del Alfambra supone un cambio radical en el paisaje, con sus tonos rojos que se alternan con laderas blancas. Al sur de la comarca, el paisaje se torna más llano y ancho, con el colorido propio del cultivo del maíz. Sin embargo, después la vega vuelve a estrecharse y acaba finalmente convirtiéndose en un cañón cerca de Libros.

TIERRA DE DINOSAURIOS

La comarca destaca por la abundancia de fósiles. El patrimonio paleontológico turolense goza de gran reconocimiento y ya cuenta con su propio parque temático, Territorio Dinópolis, que abrió sus puertas en 2001 y que, además de estas instalaciones en la capital turolense, cuenta con tres museos: uno en Galve (Legendark), y otros dos en otros municipios de diferentes comarcas. Galve tiene a gala el haber sido la localidad pionera en la localización de fósiles, gracias al esfuerzo que desde los años cuarenta realizó un lugareño.

Con las piezas encontradas se ha creado un museo, en el que hay desde gigantescos fémures, hasta temibles mandíbulas.

FIESTAS Y TRADICIONES

El toro y la estrella son los símbolos de esta ciudad. Así, la pequeña figura del “torico” que se sitúa en el remate de una columna en la vieja laza del mercado es la que más cariño despierta entre los vecinos. A finales de junio llegan las fiestas mayores y un peñista trepa por la columna sobre la que se alza el torico. Cuando consigue llegar arriba, ata su pañuelo rojo a la figura de bronce: es el momento álgido de las Fiestas del Ángel. Teruel es también uno de los grandes centros alfareros medievales. La historia de esta cerámica, prolongada a lo largo de los siglos, tiene tres etapas. La primera época incorporaba colores verdes y morados y los alfareros eran musulmanes o mudéjares en la época medieval. En la segunda etapa, que se inicia tras las expulsión de los moriscos, mantiene la coloración, pero cambia la fuente de inspiración árabe por la europea u otras fuentes más exóticas, como la china. A comienzos del siglo XX, se extingue la tradición alfarera, para volver a resurgir a partir de los años cincuenta y retomar la tradición medieval.

La leyenda de los Amantes de Teruel es una de las tradiciones cuyo arraigo no sólo se ha mantenido a lo largo de los años, sino que actualmente vive un momento álgido y cuenta con una afamada y concurrida representación. La leyenda nace con la aparición en el siglo XVI de dos cuerpos momificados en la iglesia de San Pedro, a los que se identificó como a los desgraciados amantes Isabel Segura y Diego Marcilla.



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