Y con la tierra, unas gentes comprometidas con ella, pioneras de una viticultura y una enología que afaman unos vinos, los de Almonacid de la Sierra, que llevan el apellido Zazurca desde hace más de doscientos años, que son los que se le reconocen históricamente a Bodegas Zazurca.
Arquitectónicamente refrendados por esa patriarcal cripta subterránea que, como las raíces de una vid, se adentra en las entrañas de la tierra, poblándola de sonoridad y silencio, luz y penumbra, ambiente y misterio, óptimos para la transubstanciación, actividad y reposo de los vinos; tras el atrio, que aporta serenidad y acogida, la galería, verdadero túnel del tiempo, se amplía con esas capillas, esos trujales hondos y esas monumentales cubas de roble que, además de la fundación de la bodega, datan el compromiso familiar que lo impulsó; fiel al mismo de generación en generación.
Su actual propietario, Roberto Zazurca, ha iniciado un proyecto que apuesta por la calidad, revalorizando y equilibrando lo artesanal con una modernidad técnica que se inicia ya en los viñedos propios y controlados de garnacha, cuyas uvas, seleccionadas, meritarán una elaboración atenta y depurada, consustancial con los principios de prestigio y calidad propuestos.
Bajo la dirección enológica de Jorge Navascués, amparados por la Denominación de Origen de Cariñena, Bodegas Zazurca, oferta vinos genuinos, diferenciales, muy personalizados, viejos conocidos por nuestra restauración; su principal etiqueta, el Señorío de Zazurca, presenta un tinto de carácter que conjuga potencia y finura, complejidad y armonía.
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