El primitivo arte lombardo evoluciona, y a finales del siglo XI, da un salto de gigante en Jaca. La Catedral se inició en 1076 y es la primera gran construcción románica de la península. La austeridad da paso a una gran riqueza escultórica en capiteles, canecillos, metopas y tímpanos.

La Catedral de Jaca tiene un precioso claustro y un Museo Diocesano con una de las mejores colecciones de pinturas románicas del mundo. La Torre del Reloj o de la Cárcel, es el único resto que se conserva del palacio real.

Dos joyas románicas que hay que visitar: la ermita de San Caprasio y la Iglesias de Santa María. Muy cerca, San Juan de la Peña, testigo del nacimiento del Reino de Aragón y del paso del Santo Grial.

En pleno Valle de Hecho, el Monasterio de San Pedro de Siresa nos deslumbra, pues es distinto a los demás de la etapa románica. Y a unos quince kilómetros encontramos un verdadero paraíso natural, la Selva de Oza.

Más románico, Nuestra Señora de Iguacel, o ya hacia Borau, San Adrián de Sasave y las iglesias parroquiales de Bagües y Abay cautivan.